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miércoles, 19 de marzo de 2014

19 DE MARZO. FIESTA EN HONOR A SAN JOSÉ.

Algunos textos aplicables a San José



Son poquísimos los textos bíblicos que suelen aplicarse a san José. Él es el administrador fiel y prudente a quien el amo pondrá al frente de su servidumbre para distribuir la ración a su debido tiempo (Lc. 12, 42). Custodio del Señor, que será glorificado (Prov. 27,18). El hombre fiel, que será alabado (Prov. 28, 20). ¿Podríamos por ventura encontrar un hombre como éste, lleno del espíritu de Dios? (Gén. 41, 38). Y Dios le dice: Te he hecho padre de muchos pueblos (Rom. 4, 17). Eres un empleado fiel y cumplidor; pasa al banquete de tu Señor (Mt. 25, 21-23). Una figura de san José es Noé, en cuanto que él acogió en el arca a la paloma portadora de una rama de olivo, que anunciaba el final del diluvio y la salvación de los hombres. Y san José, acogió a María, la mística paloma, que trae la salvación al mundo al dar a luz a Jesús.

Otra figura de san José en el Antiguo Testamento es Mardoqueo, del libro de Ester. Mardoqueo recibió un sueño de Dios en el que veía una fuentecilla, que se convertía en río de muchas aguas, y apareció una lucecita que se convirtió en sol (Est. 11, 9). Esta fuentecilla, convertida en río caudaloso, a la luz convertida en sol era Ester, a quien el rey tomó por esposa, haciéndola reina (Est. 10, 6). Ester había sido criada por Mardoqueo, que fue a pedirle que intercediese ante el rey, cuando Amán había decidido asesinar a todos los judíos del reino. Por su intercesión, el rey impidió el cumplimiento del decreto de destrucción. Amán fue ejecutado y Mardoqueo, por su fidelidad, fue nombrado el primero después del rey Asuero, muy considerado entre los judíos y amado de la muchedumbre de sus hermanos, pues buscó el bien de su pueblo y habló para el bien de su raza (Est. 10, 3-4). Aquí la reina Ester es figura de María, que ha sido ensalzada por Dios como reina del universo y que ha colaborado en la obra de la salvación de todos los hombres. Mardoqueo es figura de José, que llega a ser el primero después del rey, es decir el virrey; el más importante después de Jesús, rey de reyes, y después de María, la reina. Por otra parte, la mayoría de los autores citan como figura de san José a José, virrey de Egipto. Y aplican a San José el texto Gen 41, 55: Id a José y haced lo que él les diga. En tiempos de hambre, el faraón dirigía a los egipcios hacia José para que éste les distribuyese el trigo acumulado en tiempos de abundancia y les decía: Id a José. De la misma manera. Dios nos dice en nuestros problemas: Id a José. Y así como José fue virrey de Egipto y el más importante del reino después del faraón, así José es el virrey de la Iglesia, es decir, el santo más importante de todos.

San Bernardo (1090-1153) dice: Aquel José, vendido por la envidia de sus hermanos y llevado a Egipto, prefiguró la venta de Cristo: este José, huyendo de Herodes, llevó a Cristo a la tierra de Egipto. Aquel, guardando lealtad a su señor, no quiso consentir el mal intento de su señora: éste, reconociendo virgen a su Señora, Madre de su Señor, la guardó fidelísimamente, conservándose él mismo en castidad. A aquél le fue dad la inteligencia de los misterios en sueños; éste mereció ser sabedor y participante de los misterios soberanos. Aquel reservó el trigo, no para sí, sino para el pueblo; éste recibió el pan vivo del cielo para guardarlo para sí y para todo el mundo. Sin duda, este José, con quien se desposó la Madre del salvador, fue un hombre bueno y fiel.

El Papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1870, al nombrar a san José patrono de la Iglesia Universal, dijo: De modo parecido a como Dios puso al frente de toda la tierra de Egipto a aquel José, hijo del patriarca Jacob, a fin de que guardase trigo para el pueblo, así, al venir la plenitud de los tiempos, cuando iba a enviar a la tierra a su Hijo unigénito Salvador del mundo, escogió a otro José, del cual el primero fue tipo o figura, a quien hizo amo y cabeza de su casa y de su posesión, y lo eligió como custodio de sus tesoros principales.

De la misma manera, el Papa León XIII, en la encíclica Quamquam pluries, el 15 de agosto de 1889, dice: Está afianzada la opinión, en no pocos Padres de la Iglesia, concordando en ello la sagrada liturgia, que aquel antiguo José, nacido del patriarca Jacob, había esbozado la persona y los destinos de este nuestro José y que había mostrado con su esplendor, la magnitud del futuro custodio de la sagrada familia. Así lo interpretó también el Papa Pío XII al instituir la fiesta de san José obrero en 1955, aplicándose las palabras del Génesis 41, 55 (Id a José).


Muchos autores sagrados aplican también a san José las siguientes palabras dirigidas a José virrey de Egipto: En cuanto a mi hijo José lo veo que crece, que no deja de crecer (Gén. 49, 22). ¿Podríamos por ventura encontrar un hombre como éste lleno del Espíritu de Dios? Y dijo el faraón a José: Puesto que Dios te ha dado a conocer todas estas cosas, no hay nadie que sea tan inteligente y tan sabio como tú. Así pues, gobernarás mi casa y todo mi pueblo obedecerá tu voz… Y el faraón, quitándose el anillo, lo puso en el dedo de José y le hizo revestir con trajes de fino lino, y le puso en el cuello un collar de oro. Le hizo montar en el segundo de sus carros y todos gritaban ante él ¡De rodillas! (Gén. 41, 38 ss.).

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