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viernes, 5 de abril de 2019

REFLEXIONES CUARESMALES PARA CADA DÍA. Viernes del Cuarto Domingo de Cuaresma. Reflexiones.

Viernes del Cuarto Domingo de Cuaresma. Reflexiones.
(Lección del libro de los Reyes 3, 17, 17-24)

Ahora, después de esta acción, conozco que eres un varón de Dios, y que la palabra del Señor es verdadera en tu boca. Ninguna cosa prueba más bien la verdad de lo que se enseña, que la conformidad de la conducta con la doctrina del predicador. Prueben sus acciones que es un hombre de Dios, y no se dudará que es la palabra del Señor la que se oye de su boca. Se mueve, se persuade, se convierte cuando se predica, no menos con los ejemplos, que con las palabras. Un celo que se exalta todo en palabras, hace poco fruto. Jesucristo empezó a hacer antes de enseñar. Cæpit Jesus facere, et docere. Este ejemplo ¿Es por ventura muy seguido? El Salvador echaba en cara a los fariseos, que ligaban fardos pesados y que no se podían llevar, y que los ponían sobre los hombros de los otros, al paso que ellos no querían ni aun moverlos con el dedo. Si estos doctores inmortificados de la ley empezasen practicando en sí mismos la moral severa de que hacen ostentación, hay motivos para creer que serían menos rígidos. ¡Qué comparación! Se pretende darse a conocer y adquirir fama por una ridícula reputación de severidad y reforma. ¿Por qué no comienzan por sí mismos? Reformen ese orgullo secreto, que es el grande móvil y el principal resorte de la mayor parte de sus acciones; ese refinamiento de sensualidad con que buscan todas las comodidades de la vida, aun cuando parece que huyen de ellas. Reformen esa malignidad en el pensar, que hace juzguen tan mal del prójimo. Reformen ese fondo inagotable de envidia, que se desata a todo paso en injurias, en murmuraciones, en calumnias. El celo encuentra un gran campo que desmontar en nosotros mismos. ¿Para qué alquilarse a los otros cuando faltan obreros para el cultivo de su propio campo? En verdad que la caridad nunca daña al que la ejercita. Seamos santos: muestren nuestras acciones que somos siervos de Dios: juzgue el pueblo por nuestra conducta que somos unos varones de Dios; y a buen seguro que nuestras lecciones y nuestras instrucciones serán eficaces: no se puede creer que la palabra del Señor sea verdadera en la boca de un hombre que la desmiente por su conducta. Se mira siempre antes de escuchar. ¿Qué fruto no haría un padre, una madre de familias, cuyos ejemplos fueran todos otras tantas lecciones? Se experimenta mucha indocilidad en los hijos, se quejan de la negligencia y poca fidelidad en los criados, se grita, se reprende; pero se corrige poco, porque se edifica mal. Los domésticos y los hijos estudian más en las acciones que en las palabras de los que los gobiernan. Creen siempre que aquellas deben ser intérpretes de estas. Si las instrucciones espantan y aterran, las acciones aquietan y acallan. Comprendamos cuánto importa practicar lo que se enseña a los otros, y no caer en los defectos que se reprenden.

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