VI.
Nuestra cruz, sobrenaturalmente mirada, es el primer medio de santificación
* * *
a) LA EXPLICACIÓN NATURAL DEL DOLOR FÍSICO NO SACIA
NUESTRO ENTENDIMIENTO
“Nos referimos al dolor y a la muerte. Sin duda
ninguna, el dolor físico tiene también una función natural y saludable. Es una
señal de alarma que descubre el nacimiento y el desarrollo, a veces insidioso,
de la enfermedad oculta e induce e impulsa a procurar el remedio. Pero el
médico encuentra inevitablemente el dolor y la muerte en el curso de sus
investigaciones científicas como un problema del cual el espíritu no tiene la
clave. Y en el ejercicio de su profesión, como una ley inevitable y misteriosa,
frente a la que muchas veces su arte queda impotente y su compasión resulta
estéril. El médico puede formarse su diagnóstico conforme a todos los elementos
del laboratorio y de la clínica, formular su pronóstico conforme a todas las
exigencias de la ciencia; pero en el fondo de su conciencia, de su corazón de
hombre y de estudioso notará que la explicación de aquel enigma se empeña en
escaparse. Sufre por ello, le atenaza inexorablemente la angustia hasta que
puede obtener una respuesta que, aunque no completa, tal cual existe en el
misterio de los designios de Dios, y que descubrirá en la eternidad, basta, sin
embargo, para tranquilizar a su alma” (Pío XII, A ochocientos médicos italianos, 12 de noviembre de 1952).
b)
SI NO ES VIENDO EN EL DOLOR UN INSTRUMENTO DE LA
PROVIDENCIA Y UN MEDIO DE SANTIFICACIÓN
“He aquí la respuesta: Dios, al crear al hombre, por
un don gratuito le había eximido de aquella ley natural que en todo cuerpo vivo
y corpóreo instituye. En su destino no había querido introducir el dolor y la
muerte. El pecado los introduce. Pero Él, Padre de las misericordias, los ha
tomado en sus manos, los ha hecho pasar por el cuerpo, por las venas, por el
corazón de su amado Hijo, Dios como Él, hecho hombre para ser Salvador del
mundo. Así, el dolor y la muerte, para todo hombre que no rechaza a Cristo, se
han convertido en medios de redención y santificación. Así, la vida del género
humano, que se desliza a lo largo del dolor y de la muerte, mientras que acá
abajo madura y purifica el alma, le conduce a la felicidad sin límites de una
vida que no tiene fin. Sufrir, morir, son, si queremos usar la audaz expresión
del Apóstol de las Gentes, la lucra de Dios, locura más sabia que toda la
sabiduría de los hombres” (Pío XII, ibid.).
c) HAY DESDICHAS A LAS QUE NO ALCANZA REMEDIO ALGUNO DE
MANO DE HOMBRE
“En el torbellino de tantas desventuras y pruebas, Nos
sentimos y reconocemos en la amargura de nuestro espíritu cuán
desproporcionados e inadecuados al exceso inmenso de una miseria sin nombre son
todos los socorros humanos. Hay desdichas para las cuales no basta la mano del
hombre, aun la más munífica y generosa” (Pío XII, En el quinto aniversario de su coronación, 12 de marzo de 1944).
d)
POR ESO ES NECESARIO ALZAR LOS OJOS A CRISTO, QUE
ALIVIA AL QUE ESTÁ CARGADO
“Alzad, por eso, los ojos arriba, amados hijos e
hijas, hacia Aquel que os dará fuerzas para llevar vuestra cruz con fe viva y
cristiana fortaleza, a Jesucristo, nuestro Señor y Salvador. A Él deseamos
llevaros. Él mismo os invita y os dice (Mt. 11,28): Venid a mí todos los que
estáis fatigados y cargados, que yo os aliviaré” (Pío XII, ibid.).
e)
LOS SUFRIMIENTOS SON UN TESORO Y HAY QUE SABER
RECIBIRLOS
“Vosotros sois especialmente gratos al corazón de
nuestro divino Maestro, a su bendita Madre y también a Nos, que, con San Pablo,
podemos decir: Porque os ha sido otorgado
no sólo creer en Cristo, sino también padecer por Él (Phil. 1,29).
Convenceos de que es un tesoro este sufrimiento que la voluntad de Dios os
envía; soportadlo siempre uniéndolo a los sufrimientos de nuestro Señor,
ofreciéndoselo a Él para el aumento y la santificación de los miembros de su
cuerpo. Así contribuiréis a completar las
tribulaciones de Cristo… por su cuerpo, que es la Iglesia (Col. 1,24). Con
las palabras de San Pedro, primer Vicario de Cristo, os exhortamos (1 Petr.
4,12-13): Carísimos, no os sorprendáis,
como de un suceso extraordinario, del incendio que se ha producido entre
nosotros, que es para vuestra prueba; antes habéis de alegraros en la medida
que participáis en los padecimientos de Cristo, para que en la revelación de su
gloria exultéis de gozo” (Pío XII, A
un grupo de peregrinos inválidos, 23 de octubre de 1953).
f)
PUES EL SUFRIMIENTO SOPORTADO POR DIOS ACERCA MÁS A ÉL
“Si la condición de inferioridad a que la calamidad de
la guerra os ha reducido es un mal, un horrible mal, y si el dolor que se sigue
es un enemigo, después que Jesús ha venido y ha sufrido por los crímenes del
mundo, este mal aparece como la expiación de los pecados de todos, y este
dolor, para quien lo sabe aceptar, toma el valor de una iniciación a la vida
superior; él llega a ser un resorte de nuestro progreso moral y el más perfecto
estimulante del amor a Dios, nuestro Padre.
En otras palabras, cuando se ama a Jesucristo, el
rendimiento de la vida no tiene límite. En fin –y esto debe ser para vosotros
un verdadero motivo de júbilo–, vuestro sufrimiento, unido a los sufrimientos
de nuestro Señor, os llevará a un más grande amor a Él y a una tierna y fuerte
caridad para con nuestros hermanos. Esto es suficiente–¿no es verdad, queridos
hijos?–para consolaros y para devolver a vuestro corazón la tranquilidad y la
paz” (Pío XII, A un grupo de niños
mutilados de guerra, 28 de agosto de 1953).
g)
TODOS LOS DOLORES DE LA VIDA HUMANA HAN DE SER
CONSIDERADOS COMO PERTENECIENTES A LA ESENCIA MISMA DE LA PROFESIÓN CRISTIANA
“Si es sincera nuestra exaltación de lo que un día fue
vergonzoso patíbulo, digno de infamia y de maldición, y es hoy guion
triunfante, he aquí en conclusión, amados hijos, a qué os obligan los honores
que a este estandarte tributáis; os obligan a considerar los dolores de la vida
como pertenecientes a la esencia misma de vuestra profesión cristiana. “No hay
salud para el alma–escribe el piadoso autor de la Imitación de Cristo (1.2 c.12)–ni esperanza de vida eterna sino en
la cruz”. Si es así, si son factores esenciales de la religión del Evangelio
los sacrificios y los sufrimientos; si la única vía para ascender a verdadera
nobleza y elevación espiritual está en la ley del dolor, quiere decir que a
nadie es concedido elevarse espiritualmente en Jesucristo y gozar por completo
los frutos de su mensaje, si se revela contra los propios dolores, que son
elemento necesario del cristianismo vivido, pero al mismo tiempo la fuente y el
aroma, el alma y la vida” (Pío XII, Al
clero y fieles de la diócesis de Novara, 4 de junio de 1952).
h)
ADEMÁS, LOS SUFRIMIENTOS TIENEN UN VALOR PURIFICADOR Y
REDENTOR
“Desearíamos, sobre todo, que, madurados en el
sufrimiento común, los corazones, lejos de irritarse y de cerrarse, se dilaten,
por comprensión, persuadidos del valor purificador y redentor del sufrimiento y
de la cruz” (Pío XII, Al Episcopado
francés, 13 de marzo de 1945).
i)
ABRAZAR LA CRUZ DE CADA DÍA ES LA PRIMERA PENITENCIA Y
EL PRIMER MEDIO DE SANTIFICACIÓN DE TODO CRISTIANO
“Saber cómo soportar la vida. Esa es la primera
penitencia de todo cristiano, la condición primordial y el primer medio de
santificación y de perfección. Con la dócil resignación propia de quien cree en
un Dios justo y bueno y en nuestro Señor Jesucristo, maestro y guía de los
corazones, abrazad con valor la cruz de cada día, a menudo pesada, que al
llevarla con Jesús se torna más ligera.
Pero las condiciones particularmente graves de la hora
presente impelen a los cristianos, con mayor fuerza que nunca, a completar en
sí mismos lo que falta a las
tribulaciones de Cristo (Col. 1,24), no sólo con el deseo de ofrecer mayor
reparación por la iniquidad que se comete y de dar más de un signo y una prueba
seguros de la sinceridad de su retorno, sino también de contribuir a la
salvación de todos los redimidos” (Pío XII, A
los fieles de Roma y del mundo, 26 de marzo de 1950).
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