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miércoles, 10 de abril de 2019

REFLEXIONES CUARESMALES PARA CADA DÍA. Miércoles de Pasión. Reflexiones.

Miércoles de Pasión. Reflexiones.
(Lección del libro del Levítico 19, 1-2, 11-19 y 25)

No diferirás hasta el día siguiente la paga de los jornaleros que trabajan para ti, ni de los mercenarios que te sirven. Es un pecado que clama a Dios por la venganza, retener el salario de los pobres jornaleros y criados. ¡Qué inhumanidad, qué barbarie recibir el fruto del trabajo de los que nos sirven, y retener el precio de sus sudores! Los tiranos obligaban a los cristianos a trabajar en las minas, o en las obras públicas sin salario. ¿Qué no exigen aun el día de hoy los turcos de sus esclavos? Pero ni los unos ni los otros rehusaron jamás a lo menos dar de comer a aquellos a quienes hacían trabajar. ¡Qué injusticia consumir las fuerzas, y aun el poco fondo de los artesanos, obligándolos a anticipar sus trabajos, y el jornal a sus oficiales, y retenerles después la paga! ¿No es este un doble hurto? ¡Qué crueldad hacer trabajar a unos jornaleros que no viven sino de su trabajo, y rehusarles lo que han ganado para vivir con el sudor de su rostro! Un oficial, un sirviente pasa su juventud, consume sus fuerzas y su salud, gasta los más bellos años de su vida en el servicio de un amo difícil, ridículo, duro; y necesita algunas veces ponerle un pleito para cobrar su sueldos. Se exigen de los domésticos servicios excesivos; apenas se les deja tiempo para parecer cristianos, ¿Con qué atención, con qué puntualidad se quiere que sirvan? ¿Y con qué dificultad se les paga? ¿Con qué rigor se desquita un amo de los menores descuidos, rebajándoles el salario? Cuánto más distinguida es una persona por su clase, por su autoridad, por su nacimiento, tanto es más dura, por lo común, con los jornaleros y con los artesanos: han dado estos su hacienda y su trabajo, ¡Qué de viajes, buen Dios, qué de visitas no tienen que hacer! ¡Qué de sonrojos que pasar! ¡Qué de durezas, qué de malas razones que oír para cobrar! Después de los seis meses, después de los años enteros de dilaciones, de no pagar, apenas se atreven a ponerse delante de los que les deben. No piden sino lo que es debido, y lo recibís como si vinieran a pedirnos una limosna. Aquella persona no tiene otra cosa vistosa sino el traje que todavía debe al mercader, y con todo se encoleriza, y carga de injurias al que viene a pedir que se lo pague. ¡Qué de personas arruinadas, qué de familias llenas de deudas, qué de pobres artesanos por puertas por esta especie de robos públicos! Un grande, una persona de autoridad cree que un jornalero le falta al respeto cuando le pide su salario. Aunque represente con la mayor sumisión, nunca es bien recibido, si pide, aunque no sea sino lo que es suyo. Bien se conoce que no hay cosa más justa; pero les parece a semejantes personas que quedan deshonradas si se sabe y se hace público que deben. Y un hombre altanero y engreído de su puesto, de su nobleza y de su autoridad; una mujer mundana, que ha perdido al juego hasta el salario de sus domésticos, de sus oficiales, no paga sino con injurias a sus acreedores: Non morabitur opus mercenarii tui apud tu usque mane. No detengas en tu casa hasta mañana por la mañana la paga de los oficios, de los mercaderes y de los jornaleros. El Señor tu Dios es quien impone este precepto: Ego Dominus Deus. ¿Se guarda bien este mandamiento? ¿Hay alguno con que menos cuenta se lleve? No solo hasta el día siguiente queda la paga de los trabajadores en casa del deudor, sino que a veces se pasan meses y más meses, años y más años sin que se pague, por más que se pida y se vuelva a pedir. Ese dinero, ese salario que rehusas y difieres pagar, es el precio del sudor del menestral. La sangre de Abel clamaba al cielo pidiendo justicia contra el matador: teme tú que el sudor del mercenario clame a Dios pidiendo justicia de tu latrocinio. ¡Qué injusticia! No hay quien no quiera ser servido para determinado día: se quiere la obra, aunque sea preciso para ello trabajar toda la noche; y después se hace aguardar los meses enteros para la paga.

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