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lunes, 1 de abril de 2019

REFLEXIONES CUARESMALES PARA CADA DÍA. Lunes del Cuarto Domingo de Cuaresma. Reflexiones.

Lunes del Cuarto Domingo de Cuaresma. Reflexiones.
(Lección del libro de los Reyes 3, 3, 16-28)

Que no sea ni para mí ni para ti, sino que se divida. Tal es el lenguaje del espíritu del mundo y del enemigo de la salvación: de este modo habla el amor propio y el espíritu de la carne: este es el idioma de las pasiones menos violentas. Se conviene en que Dios tiene derecho sobre nuestro corazón, y que debe ser amado y servido; pero la naturaleza pretende hacer valer sus derechos: el amor propio no renuncia de todo punto sus pretensiones; y la pasión dominante quiere que una larga posesión sea un título que prescriba. Los sentidos abogan siempre por la división. Se quiere ser de Dios sin dejar de ser del mundo, de sí mismo y de sus placeres. Por la mañana a misa, por la tarde al juego. Ciertos días al sermón, y otros muchos a la comedia y a los demás espectáculos. Se da a Dios y a la religión una parte de los días de fiesta, y este culto es todavía bien superficial: la atención, la afición, la aplicación son totalmente para los negocios temporales. La enfermedad hace pensar en la salvación: la salud hace que se pierda su memoria, y llega hasta hacer que no se piense en ella. Toda la vida es un momento de alternativas y contradicciones. Dios quiere todo el corazón: bien se quiere que tenga su parte; pero no se quisiera negarle al mundo la suya. La fe, la conciencia, la razón abogan, por decirlo así, por la causa de Dios, y piden que el corazón sea todo para Dios: el amor propio, el hábito, la pasión abogan todavía con más calor por su propia causa: Nec mihi nec tibi sit, sed dividatur. ¿En favor de quién se da la sentencia? Dios no puede sufrir división: el corazón es todo de Él. Así mismo hay pocos cristianos que aspiren a una santidad perfecta, tampoco hay muchos que estén determinados a pasar su vida en los últimos desórdenes: el mayor número es de aquellos que buscan un temperamento entre estos dos extremos. Ved aquí la disposición en que viven la mayor parte de las gentes en el mundo; pero ¿Está el corazón menos dividido en el estado religioso? Se quiere dar alguna cosa al espíritu, y alguna cosa a la carne: se quiere vivir cristianamente; pero acomodadamente, pero deliciosamente. Se quiere ser cristiano; pero sin picarse de ser devoto: se quiere ser religioso, sin ser muy regular ni fervoroso: se quiere edificar entre Babilonia y Jerusalén una nueva ciudad, donde la caridad y el amor propio sean igualmente adorados. Se quiere en fin servir a dos amos: se pretende contentar a Dios y al mundo partiéndose, por decirlo así, entre el uno y el otro; pero en vano se pretende esto, porque esta partición no puede contentar ni al uno ni al otro. La mitad es nada para Dios, y tampoco será bastante para el mundo. Dios lo quiere todo, y el mundo querrá más. No se complace al mundo, y se desagrada siempre a Dios. División criminal en las gentes del mundo, división espantosa en los que viven en la religión. Tal es el retrato de todos los que viven en la tibieza. ¡Buen Dios, y qué estado tan deplorable y tan lastimoso!

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