II.
Un mundo que huye de la cruz y del sufrimiento, buscando solamente el placer
material
* * *
a)
LA HUMANIDAD YACE MORIBUNDA DESPOJADA DE SUS VALORES
MORALES
“Nos parece que también hoy la humanidad yace casi
moribunda en su carrera de los tiempos. Mientras descendía despreocupada de
Jerusalén a Jericó (cf. Lc. 10, 30), de la ciudad de la oración a la de los
placeres, de las regiones del ideal a las del lucro, ha caído en las manos de
los ladrones, que se llaman el orgullo, la incredulidad, la ambición, la
violencia, la deslealtad, el odio. Estos la han despojado de sus riquezas, de los
más altos valores morales, que hacen al hombre digno y santamente orgulloso: la
fe en Dios, la fraternidad, la mutua confianza, y le han arrebatado con
violencia un precioso tesoro: la paz” (Pío XII, A la Soberana Orden Militar
Jerosolimitana de Malta, 15 de enero de 1940).
b)
EL LUJO Y EL ANSIA DE PLACERES ES CONSECUENCIA DEL
ESPÍRITU MATERIALISTA DE LA ÉPOCA
“El lujo y el ansia de placeres son consecuencia de
una concepción y una práctica de la vida manchada de materialismo y crean
costumbres correspondientes a tal materialismo. ¿Acaso podría ocurrir de otro
modo? Porque cuando el hombre pierde la conciencia de su dignidad, cuando en
sus obras abandona la moderación y el equilibrio, cuando no valora lo que es
espiritual, sobrenatural y eterno, lejos de considerarlo fuente de verdadera
felicidad, se deja llevar por la avaricia y la desenfrenada apetencia de bienes
terrenos, y, en lugar de reverenciar a Dios y a su Majestad divina, se cultivan
en sustitución suya la técnica y la fuerza bruta y ciega” (Pío XII, A los cardenales, arzobispos y obispos que
asistieron a la proclamación del dogma de la Asunción, 2 de noviembre de
1950).
c)
MATERIALISMO, PRODUCIDO TAMBIÉN POR EL “ESPÍRITU
TÉCNICO, QUE CREA UN SENTIMIENTO DE AUTOSUFICIENCIA Y SATISFACCIÓN
“La técnica parece comunicar al hombre moderno,
postrado ante su altar, un sentimiento de autosuficiencia y de satisfacción de
sus aspiraciones ilimitadas de conocer y poder. Con su empleo múltiple, con la
confianza absoluta que recaba, con las posibilidades extraordinarias que
promete, la técnica moderna abre al hombre contemporáneo una visión tan vasta,
que para muchos llega a confundirse con el mismo infinito. Se le atribuye, por
consiguiente, una imposible autonomía, la cual, a su vez, en el pensamiento de
algunos, se transforma en una errónea concepción de la vida y del mundo
designada con el apelativo de “espíritu técnico”. ¿En qué consiste propiamente
este espíritu? Consiste en que se considera como el más alto valor humano y de
la vida el recabar el mayor provecho de las fuerzas y de los elementos de la
Naturaleza; en que se toman como fin, con preferencia a todas las demás
actividades humanas, los métodos técnicamente posibles de producción mecánica y
se ve en ellos la perfección de la cultura y de la felicidad terrena” (Pío XII,
Radiomensaje de Navidad, 1953).
d)
Y TIENDE A LIMITAR LA MIRADA DEL HOMBRE A LA SOLA
MATERIA
“Hay, ante todo, un engaño fundamental en esta visión
torcida del mundo que ofrece el “espíritu técnico”. El panorama, a primera
vista ilimitado, que la técnica despliega ante los ojos del hombre moderno, por
muy extenso que sea, no es, con todo, más que una proyección parcial de la vida
sobre la realidad, pues no expresa sino las relaciones de ésta con la materia.
Por eso es un panorama que alucina y que acaba por encerrar al hombre,
demasiado crédulo en la inmensidad y en la omnipotencia de la técnica, en una
prisión, que es ciertamente vasta, pero circunscrita y por tanto, a la larga,
insoportable a su genuino espíritu. Su mirada, lejos de extenderse hacia la
realidad infinita, que no es sólo materia, se sentirá coartada por la barrera
que ésta necesariamente le opone. De donde nace la íntima angustia del hombre
contemporáneo, que se ha vuelto ciego por haberse rodeado voluntariamente de
tinieblas” (ibid.)
e)
HACIÉNDOLE CIEGO PARA LAS REALIDADES RELIGIOSAS
“Ese espíritu técnico pone al hombre en condiciones
desfavorables para buscar, ver y aceptar las verdades y los bienes
sobrenaturales. La mente que se deja seducir por la concepción de la vida forjada
por el “espíritu técnico” permanece insensible y despreocupada y, por
consiguiente, ciega ante las obras de Dios, de naturaleza totalmente diversa de
la técnica, como son los misterios de la fe cristiana…”
“Y aun son menos aptos para comprender y estimar los
altísimos misterios de la vida y de la economía divina, como, por ejemplo, el
misterio de la Navidad, en el que la unión del Verbo eterno con la naturaleza
humana actúa realidades y grandezas muy diferentes de las que considera la
técnica…” “¿Cómo se puede esperar de una mente así formada asentimiento y
admiración ante las imponentes realidades, a las cuales hemos sido elevados por
Jesucristo mediante su encarnación y redención, su revelación y su gracia?”
(ibid.)
f)
ESE ESPÍRITU TÉCNICO ES UNA FORMA PARTICULAR DEL
MATERIALISMO, QUE REDUCE LAS DIMENSIONES DEL HOMBRE
“El concepto técnico de la vida” no es, por lo tanto,
sino una forma particular del materialismo, en cuanto que ofrece como última
respuesta al problema de la existencia una fórmula matemática y de cálculo
utilitario…”
“En caso contrario (cuando por encima del tecnicismo
no se contempla a Dios), la era técnica llevará a cabo su monstruosa obra
maestra de transformar al hombre en un gigante del mundo físico, con detrimento
de su espíritu, reducido a pigmeo del mundo sobrenatural y eterno” (ibid.)
g)
ESTA SED DE PLACERES Y COMODIDADES TAMBIÉN HA AFECTADO
A LOS CATÓLICOS
“Pero no puede ignorarse y negarse que esta sed de
placeres y de lujo, a manera de torrente desbordado, ha llegado a afectar
también a los católicos, y en tal o cual ocasión ha penetrado notablemente en
su mismo campo y en sus filas. Madre como es, de alma benigna e indulgente, la
Iglesia no coarta la libertad sino en aquellas cosas que se oponen a la
simplicidad de la vida cristiana y a la observancia de las leyes morales, lo
mismo que al deber que todos tenemos de subvenir a las necesidades ajenas. ¿No es
cierto que la alegría es como una característica y un ornato de los católicos?
Pero no es lícito que la alegría de la vida traspase los límites de lo justo y
de los honesto” (Pío XII, Discurso a
cardenales, arzobispos y obispos, 2 de noviembre de 1950).
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