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lunes, 20 de enero de 2014

LA VOZ DEL PAPA: EL MUNDO DE HOY, SIN CRUZ Y SIN MISERICORDIA: II. Un mundo que huye de la cruz y del sufrimiento, buscando solamente el placer material.

II. Un mundo que huye de la cruz y del sufrimiento, buscando solamente el placer material


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a)     LA HUMANIDAD YACE MORIBUNDA DESPOJADA DE SUS VALORES MORALES
“Nos parece que también hoy la humanidad yace casi moribunda en su carrera de los tiempos. Mientras descendía despreocupada de Jerusalén a Jericó (cf. Lc. 10, 30), de la ciudad de la oración a la de los placeres, de las regiones del ideal a las del lucro, ha caído en las manos de los ladrones, que se llaman el orgullo, la incredulidad, la ambición, la violencia, la deslealtad, el odio. Estos la han despojado de sus riquezas, de los más altos valores morales, que hacen al hombre digno y santamente orgulloso: la fe en Dios, la fraternidad, la mutua confianza, y le han arrebatado con violencia un precioso tesoro: la paz” (Pío XII, A la Soberana Orden Militar Jerosolimitana de Malta, 15 de enero de 1940).

b)    EL LUJO Y EL ANSIA DE PLACERES ES CONSECUENCIA DEL ESPÍRITU MATERIALISTA DE LA ÉPOCA
“El lujo y el ansia de placeres son consecuencia de una concepción y una práctica de la vida manchada de materialismo y crean costumbres correspondientes a tal materialismo. ¿Acaso podría ocurrir de otro modo? Porque cuando el hombre pierde la conciencia de su dignidad, cuando en sus obras abandona la moderación y el equilibrio, cuando no valora lo que es espiritual, sobrenatural y eterno, lejos de considerarlo fuente de verdadera felicidad, se deja llevar por la avaricia y la desenfrenada apetencia de bienes terrenos, y, en lugar de reverenciar a Dios y a su Majestad divina, se cultivan en sustitución suya la técnica y la fuerza bruta y ciega” (Pío XII, A los cardenales, arzobispos y obispos que asistieron a la proclamación del dogma de la Asunción, 2 de noviembre de 1950).

c)     MATERIALISMO, PRODUCIDO TAMBIÉN POR EL “ESPÍRITU TÉCNICO, QUE CREA UN SENTIMIENTO DE AUTOSUFICIENCIA Y SATISFACCIÓN
“La técnica parece comunicar al hombre moderno, postrado ante su altar, un sentimiento de autosuficiencia y de satisfacción de sus aspiraciones ilimitadas de conocer y poder. Con su empleo múltiple, con la confianza absoluta que recaba, con las posibilidades extraordinarias que promete, la técnica moderna abre al hombre contemporáneo una visión tan vasta, que para muchos llega a confundirse con el mismo infinito. Se le atribuye, por consiguiente, una imposible autonomía, la cual, a su vez, en el pensamiento de algunos, se transforma en una errónea concepción de la vida y del mundo designada con el apelativo de “espíritu técnico”. ¿En qué consiste propiamente este espíritu? Consiste en que se considera como el más alto valor humano y de la vida el recabar el mayor provecho de las fuerzas y de los elementos de la Naturaleza; en que se toman como fin, con preferencia a todas las demás actividades humanas, los métodos técnicamente posibles de producción mecánica y se ve en ellos la perfección de la cultura y de la felicidad terrena” (Pío XII, Radiomensaje de Navidad, 1953).

d)    Y TIENDE A LIMITAR LA MIRADA DEL HOMBRE A LA SOLA MATERIA
“Hay, ante todo, un engaño fundamental en esta visión torcida del mundo que ofrece el “espíritu técnico”. El panorama, a primera vista ilimitado, que la técnica despliega ante los ojos del hombre moderno, por muy extenso que sea, no es, con todo, más que una proyección parcial de la vida sobre la realidad, pues no expresa sino las relaciones de ésta con la materia. Por eso es un panorama que alucina y que acaba por encerrar al hombre, demasiado crédulo en la inmensidad y en la omnipotencia de la técnica, en una prisión, que es ciertamente vasta, pero circunscrita y por tanto, a la larga, insoportable a su genuino espíritu. Su mirada, lejos de extenderse hacia la realidad infinita, que no es sólo materia, se sentirá coartada por la barrera que ésta necesariamente le opone. De donde nace la íntima angustia del hombre contemporáneo, que se ha vuelto ciego por haberse rodeado voluntariamente de tinieblas” (ibid.)

e)     HACIÉNDOLE CIEGO PARA LAS REALIDADES RELIGIOSAS
“Ese espíritu técnico pone al hombre en condiciones desfavorables para buscar, ver y aceptar las verdades y los bienes sobrenaturales. La mente que se deja seducir por la concepción de la vida forjada por el “espíritu técnico” permanece insensible y despreocupada y, por consiguiente, ciega ante las obras de Dios, de naturaleza totalmente diversa de la técnica, como son los misterios de la fe cristiana…”
“Y aun son menos aptos para comprender y estimar los altísimos misterios de la vida y de la economía divina, como, por ejemplo, el misterio de la Navidad, en el que la unión del Verbo eterno con la naturaleza humana actúa realidades y grandezas muy diferentes de las que considera la técnica…” “¿Cómo se puede esperar de una mente así formada asentimiento y admiración ante las imponentes realidades, a las cuales hemos sido elevados por Jesucristo mediante su encarnación y redención, su revelación y su gracia?” (ibid.)

f)      ESE ESPÍRITU TÉCNICO ES UNA FORMA PARTICULAR DEL MATERIALISMO, QUE REDUCE LAS DIMENSIONES DEL HOMBRE
“El concepto técnico de la vida” no es, por lo tanto, sino una forma particular del materialismo, en cuanto que ofrece como última respuesta al problema de la existencia una fórmula matemática y de cálculo utilitario…”
“En caso contrario (cuando por encima del tecnicismo no se contempla a Dios), la era técnica llevará a cabo su monstruosa obra maestra de transformar al hombre en un gigante del mundo físico, con detrimento de su espíritu, reducido a pigmeo del mundo sobrenatural y eterno” (ibid.)

g)     ESTA SED DE PLACERES Y COMODIDADES TAMBIÉN HA AFECTADO A LOS CATÓLICOS

“Pero no puede ignorarse y negarse que esta sed de placeres y de lujo, a manera de torrente desbordado, ha llegado a afectar también a los católicos, y en tal o cual ocasión ha penetrado notablemente en su mismo campo y en sus filas. Madre como es, de alma benigna e indulgente, la Iglesia no coarta la libertad sino en aquellas cosas que se oponen a la simplicidad de la vida cristiana y a la observancia de las leyes morales, lo mismo que al deber que todos tenemos de subvenir a las necesidades ajenas. ¿No es cierto que la alegría es como una característica y un ornato de los católicos? Pero no es lícito que la alegría de la vida traspase los límites de lo justo y de los honesto” (Pío XII, Discurso a cardenales, arzobispos y obispos, 2 de noviembre de 1950).

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