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lunes, 11 de marzo de 2019

REFLEXIONES CUARESMALES PARA CADA DÍA. Lunes del primer Domingo de Cuaresma.

Lunes del primer Domingo de Cuaresma. Reflexiones.
(Lección del profeta Ezequiel 34, 11-16)

Yo mismo apacentaré mis ovejas, iré a buscar las que estaban perdidas, levantaré las que estaban caídas, vendaré las llagas de las que estaban heridas, etc. ¿Podía el Profeta hacer un retrato más semejante de Jesucristo buen pastor? Y ¿No es toda esta Epístola la pintura más justa de Él? ¡Qué cuidado no se toma por volver a llevar al aprisco sus ovejas que se han extraviado durante los días de nubes y de oscuridad! Nuestro corazón es un fondo de donde nacen muchas nieblas, y nuestras pasiones levantan en él muchas nubes. El alma se halla muchas veces en la oscuridad, y no se necesita más que una pasión dominante para oscurecerlo todo. ¡Cuántos pasos falsos en medio de las tinieblas! ¡Qué modos de obrar tan engañosos! La pasión, cualquiera que sea, lleva siempre más lejos de lo que se quería ir; la noche impide que se perciba cuánto se extravía uno. Esos excesos de disolución, esos monstruos de irreligión y de impiedad, esas ruidosas rebeliones contra la Religión, ese tenaz endurecimiento en el error, esas detestables herejías, que han desolado el rebaño, que han arruinado los reinos más florecientes, y que hacen todavía gemir a toda la Iglesia, todos esos espantosos desarreglos en materia de religión y de costumbres son el efecto de algunos pasos falsos durante las tinieblas. No se ha advertido este horrible extravío hasta que ha apuntado el día. Se hace mucho camino cuando no se deja de andar en toda la noche. Se atraviesan vallados, barrancos, arroyos, cuando se camina en las tinieblas fuera del camino real: la débil luz de las estrellas, el día mismo no encamina ya, cuando se ha ido más allá de donde se iba, y cuando no tiene uno más que su propio parecer por guía. La ceguera espantosa de los judíos, el lamentable extravío de tantos pueblos paganos, las tristes extravagancias de tantos herejes son una prueba deplorable de esto. No hay ninguno que se propusiese ir tan lejos en el nacimiento de su error; pero la pasión no tiene límites. Admiremos la bondad, la misericordia, el amor de este amable Pastor. Nada omite el Salvador Divino para volver a traer todas las ovejas extraviadas. Las busca Él mismo para reunirlas, quiere conducirlas a los mejores pastes: Yo mismo las haré reposar, dice el Señor. He aquí cómo trata el buen Pastor a sus ovejas que se habían perdido, y cómo va Él mismo a buscarlas; no se sirve de amenazas, ni las reprende con amargura de su extravío. Su dulzura, su bondad, el gozo que tiene por haberlas traído, le inspiran una conducta mucho más obligante. Levanta a aquellas que habían caído, y las carga Él mismo sobre sus espaldas para ahorrarles el trabajo de caminar: venda las llagas de las que estaban heridas. ¿Qué padre más tierno? ¿Qué pastor más diligente? ¿Qué médico más compasivo, más caritativo? Y después de esto ¿Puede el pecador, por más extraviado que esté, por más criminal que sea, dejar de tener confianza en la misericordia de un Salvador semejante? Y ¿Deberá hacerse sordo a la voz de un pastor tan bueno? ¿Deberá obstinarse en sus extravíos? ¿Deberá rehusar el volver al redil, después de tantas amorosas invitaciones, solicitaciones e impresiones de la gracia? Si la bondad de Dios con el pecador es ciertamente incomprensible, ¿Es más fácil comprender la malicia y la impía tenacidad de un pecador que difiere el convertirse?

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