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viernes, 29 de marzo de 2019

P. JEAN CROISSET SJ. VIDA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SACADA DE LOS CUATRO EVANGELISTAS: XXII. Anuncia Jesucristo las bienaventuranzas de este mundo hasta el número de ocho.

XXII. Anuncia Jesucristo las bienaventuranzas de este mundo hasta el número de ocho.

1. Bienaventurados, les dijo, los pobres voluntarios; porque por este renunciar de todo, es de ellos el Reino de los Cielos (Math. V). 2. Bienaventurados los que son mansos con todo el mundo, los que lo sufren todo, y de todos con paciencia; porque ellos poseerán la tierra de los vivientes, de la que la tierra prometida no era sino figura. 3. Bienaventurados los que están en la aflicción y se alimentan del pan de lágrimas; porque sus lágrimas se trocarán un día en un manantial inagotable del más dulce gozo. 4. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia; porque ciertamente serán plenamente hartos. 5. Bienaventurados los que se ejercitan en obras de misericordia; porque se usará con ellos de una gran misericordia. 6. Bienaventurados los limpios de corazón; porque ellos verán a Dios; lo primero por la luz de una fe viva en este mundo, y lo segundo por la lumbre o luz de gloria en el otro. 7. Bienaventurados los pacíficos; porque ellos gozarán de la paz del corazón, y Dios los tratará como a hijos suyos. 8. Bienaventurados, en fin, los que padecen persecución por la justicia; porque de ellos es el Reino de los Cielos (Luc. VI). Sí, hijos míos muy amados, continúa el Salvador, estad persuadidos que nunca seréis más dichosos que cuando seáis maltratados de los hombres por mi amor. Siendo el mundo enemigo declarado del Maestro, no lo será menos de sus discípulos. Yo os lo digo, y vosotros lo experimentaréis; que todos los que querrán vivir devotamente y según el espíritu y las máximas de mi Evangelio, padecerán persecución.

La virtud, continúo el Salvador, será bien ejercitada en el mundo; a las gentes de bien se las mirará como a unas personas inútiles e incómodas; serán despreciadas, no habrá quien se quiera acompañar con ellas, se las cargará de injurias; su modestia, su humildad pasarán por fatuidad, su recogimiento por melancolía, su paciencia por estupidez; serán el objeto de la irrisión y de la zumba, se inventarán mil medios para desacreditarlas, se echará mano hasta de la calumnia para infamarlas; pero sabed que, con tal que sean fieles en servirme, gustarán de unas dulzuras inefables en todos esos ejercicios amargos de paciencia, y en medio de todas esas injustas persecuciones: no habrá otros que mis fieles siervos, que sean verdaderamente felices sobre la tierra; las pesadumbres, los lloros, la desesperación y la eterna ignominia son y serán siempre las compañeras inseparables de los mundanos. Después de esto, levantando la voz, dijo: ¡Ay de vosotros, ricos del mundo, dichosos del siglo, gentes de comodidades y de placeres! Porque después de un puñado de días pasados en un gozo falso, inquieto, superficial, no podéis esperar sino una eternidad de desdichas.

Hasta aquí había hablado el Salvador para todos en general; ahora dirigiéndose a sus Apóstoles y discípulos en particular, les dice: Vosotros a quienes yo puedo llamar mis amigos, sabed que sois la sal de la tierra y la luz del mundo. El doctor (sacerdote) debe preservar los pueblos de la corrupción de las costumbres: ¡Qué infelicidad, si él mismo llega a corromperse! Debe alumbrar: ¡Qué infelicidad si esta luz padece algún eclipse! Vosotros no me habéis escogido a Mí; yo soy quien os ha sacado a vosotros de entre la muchedumbre, y quien os ha destinado para que vayáis a hacer fruto, y un fruto que sea de una duración eterna (Joan. XV). Por lo demás, si el mundo os aborrece, sabed que primero me ha aborrecido a Mí: si vosotros fueseis del mundo, el mundo amaría lo que era suyo; pero porque no sois del mundo, y porque Yo os he escogido en medio del mundo, por eso os aborrece el mundo. El criado no es mayor que su señor: si los del mundo me han perseguido a Mí, ¿Os perdonarán a vosotros?


Quiero preveniros lo que os ha de suceder: seréis perseguidos por mi amor de todos modos (Luc. XXI): os prenderán, os maltratarán, os entregarán a las sinagogas, os pondrán en la cárcel, os llevarán delante de los reyes y de los gobernadores por causa de mi nombre; esto sucederá para que me sirváis de testigos en todos los siglos; sin embargo, no temáis ni cuidéis de prevenir las respuestas que habéis de dar, porque yo os daré unas palabras y una sabiduría a que todos vuestros enemigos no podrán resistir, ni tendrán cosa que oponer: todas las potestades de la tierra y del infierno no se desencadenarán contra vosotros; seréis entregados por vuestros padres y vuestras madres, por vuestros hermanos, por vuestros parientes, por vuestros amigos; y se imaginarán que hacen un gran servicio a Dios en quitaros la vida; sin embargo, estad seguros que no se perderá ni un cabello de vuestra cabeza, yo los tengo contados, y cuidaré de vosotros. Os he querido prevenir todo esto, para que cuando os suceda, acordándoos de mi palabra, y estando seguros de mi ayuda, no os asustéis.

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