¡BIENVENIDOS!

Este es un blog dedicado a la FE CATÓLICA de siempre. Contáctanos si deseas a: propaganda.catolica2@gmail.com

lunes, 15 de abril de 2019

REFLEXIONES PARA CADA DÍA DE LA SEMANA SANTA. Lunes Santo. Reflexiones.

Lunes Santo. Reflexiones.
(Lección del profeta Isaías 50, 5-10)

Abandoné mi cuerpo a la discreción de los que me herían. ¿Por ventura el Señor no se entregó sino a los insultos de los judíos? ¿Fueron los judíos los únicos que le faltaron al respeto, que lo ultrajaron, y que rehusaron conocerlo? Aquellas sacrílegas profanaciones, aquellas impiedades, aquellos menos precios, y aquellos insultos usados con el Santo de los Santos, ¿No fueron sino los excesos de los habitantes de Jerusalén? Aquellas impiedades ¿Se acabaron con los judíos? ¡Ah! Jesucristo por un exceso de amor y de bondad nos dejó su cuerpo en la adorable Eucaristía. Mirad, dice por San Mateo, que estoy con vosotros todos los días hasta la consumación de los siglos (Matth. XXVIII). Nos dice en otra parte, que nos da su propio Cuerpo; pero añade, que el Cuerpo que nos da, será entregado: Pro vobis tradetur (1 Cor. XI, 24). ¿Por ventura este Cuerpo adorable solamente fue entregado a los insultos de los judíos ingratos? Este Cuerpo precioso, en quien habita corporalmente toda la Divinidad, ¿Fue solo el blanco de los ultrajes de los gentiles? El Cuerpo de Jesucristo está realmente sobre nuestros altares: está para ser adorado de todos los Cristianos; está para que la fe, la piedad, el respeto y las adoraciones de los fieles lo desagravien, y lo indemnicen de los ultrajes que recibió de los judíos. Y vos, Dios mío, ¿No sois aun hoy ultrajado por estos mismos fieles? ¿No se renuevan todos los días los malos tratamientos que recibisteis de los judíos en el discurso de vuestra pasión? Y lo que debe seros todavía más sensible es, que los que os ultrajan de esta suerte no son unos judíos ciegos y obstinados, son los Cristianos mismos, son unos hombres que hacen profesión de conoceros, son vuestros propios hijos. Traigamos a nuestra memoria todas las incidencias, todas las irreverencias y todos los actos de irreligión que hemos observado en nuestros templos, y de que quizá hemos sido autores nosotros mismos. Representemonos esos aires fieros, y me atrevo a decir insultantes, con que se entra a nuestras iglesias, esas posturas tan irreligiosas, esas faltas de modestia, y esas irreverencias con que parece se quiere provocar la paciencia de un Dios que calla. ¿No se diría que se trata a Jesucristo sobre nuestros altares con el menosprecio con que pudiera tratarse a un rey de un teatro, cuando se habla, se ríe, y aun se le insulta doblando delante de Él solo una rodilla? Pero ¡Cuántos insultos secretos! ¡Cuántas profanaciones invisibles! ¡Y cuántos besos traidores en tantas comuniones sacrílegas! ¿No hay sacerdotes en la nueva ley que lo tratan todavía con más indignidad que lo trataron los de la ley antigua? El Salvador ¿No tiene razón para decir de la ingratitud, de la indevoción y de la irreligión de tantos indignos fieles: he entregado, he abandonado mi cuerpo a los que creían en Mí? Pero ¿Qué motivos no tiene de quejarse este Divino Salvador, este Dios escondido, de tantos sacrílegos herejes, que imitando a los judíos en su falta de fe, en su furor y en su rabia, descargan sobre Él blasfemias e injurias en cierto modo mayores que aquellas de que este Divino Salvador fue cargado, y se vio como harto en el tiempo de su pasión? ¿Qué no deben hacer las almas devotas y los siervos fieles para reparar con su fervor y su religión tantos ultrajes? Demos pruebas de nuestra fe por nuestra devoción y nuestros respetos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario