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martes, 9 de abril de 2019

REFLEXIONES CUARESMALES PARA CADA DÍA. Martes de Pasión. Reflexiones.

Martes de Pasión. Reflexiones.
(Lección del profeta Daniel 14, 27 y 28-42)

O Dios, que te has acordado de mí, y no has abandonado a los que te aman. Algunas veces parece se olvida Dios de sus más fieles siervos, y que abandona a la malicia, a la envidia, al odio de sus enemigos, a los que le aman. Pero después de todo lo que ha dicho y de todo lo que ha hecho, ¿Podrá no convencernos del cuidado paternal y de la extremada ternura con que ama a todos los que le sirven? ¿Se puede sin impiedad tener una idea de Dios tan indigna de su majestad? Sentite de Domino in bonitate, tened sentimientos dignos de la bondad del Señor. Yo sé, Dios mío, decía el Profeta, yo sé, sin que pueda haber duda en ello, que Vos no abandonaréis jamás a los que os buscan; pero a los que os buscan, añade el Sabio, con la simplicidad de un corazón recto: In simplicitate cordis. ¡Cosa extraña! Nuestro propio corazón se nos escapa al mismo tiempo que creíamos haberlo fijado en Dios. La propensión natural que tiene a las criaturas se lo lleva tras de sí: el amor propio favorece siempre su huida, y nunca le faltan pretextos especiosos con que disfrazar su rebelión contra Dios, motivos de celo de devoción y de caridad: se conservan todos estos grandes nombres para acallar todos los remordimientos por medio de estos hermosos títulos. El espíritu, que ordinariamente sigue la suerte del corazón, se sirve de su razón y de sus luces para sosegar y aquietar la conciencia: se cree buscar a Dios, amar a Dios, trabajar únicamente por Dios, y no proponerse sino la gloria de Dios, y no se busca sino la propia gloria, el propio interés, tan sutil es, tanto llega a adelgazar el amor propio. Una apariencia, un exterior de virtud tan bien contrahecho, tan parecido, hace que hasta los autores se desconozcan a sí mismos; y de aquí nace la profunda seguridad en que se vive. Pero de aquí nace también que esos pretendidos siervos de Dios, esos devotos que solo lo son en su opinión, esas personas engañadas por su propio corazón y su espíritu particular en punto de amor de Dios, y de espiritualidad, de devoción y de celo, no experimentan, no sienten aquellos cuidados particulares de la Providencia que experimentan y sienten sin cesar los que buscan a Dios con rectitud y con simplicidad de corazón. Vosotras habéis hecho mal, almas santas, almas fervorosas, decía el Profeta, aun en pensar que Dios se ha olvidado de vosotras en vuestras aflicciones, en vuestras persecuciones. Si permite que seáis condenadas a ser arrojadas en un horno ardiendo, o en el lago de los leones, Él hará que halléis refrigerio en medio de los fuegos, y los leones serán unos corderillos en vuestra presencia. La casta Susana es calumniada, juzgada y condenada: está a punto de ser apedreada. Parece que Dios hasta ahora se cuida poco de salir al encuentro a la injusticia que se le hace; pero no temáis: un niño de doce años desenvuelve y revela todo el misterio de iniquidad, y la liberta. Daniel está en el algo en medio de los leones irritados y hambrientos; y no hay uno siquiera que se atreva a hacerle el menor daño. Un Ángel transporta milagrosamente al profeta Habacuc para que le dé al siervo de Dios una comida que este Profeta había dispuesto para sus segadores. ¿A qué fin tantos prodigios a un tiempo sino para enseñar a toda la posteridad la atención y el cuidado que tiene Dios de los que le aman y padecen por su amor? Providebam Dominum in conspectu meo semper, dice David, quoniam a dextris est mihi ne commovear: Yo he tenido siempre al Señor delante de mis ojos, persuadido a que estaba continuamente a mi diestra para sostenerme. Dominus regit me, et nihil mihi deerit: El Señor tiene a bien cuidar de mí, nada me faltará jamás. Quien habla así con esta dulce confianza es un siervo de Dios, pero un siervo de Dios que es según el corazón de Dios: un siervo de Dios que dice él mismo a Dios: Quid mihi est in cælo, et a te quid volui super terram? Vos sabéis, Señor, que ni en el cielo ni en la tierra hay cosa que yo ame, que yo desee, que me guste sino Vos. ¡Oh Dios mío, Vos sois el Dios de mi corazón y el solo objeto de todos mis deseos y de todas mis esperanzas! Sirvamos a Dios con esta pureza de amor, amemos a Dios con esta simplicidad de corazón, busquemos a Dios por un motivo tan espiritual como el que se proponía el Profeta, y a buen seguro que experimentaremos la bondad infinita con que mira Dios a los que le aman.

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