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lunes, 3 de marzo de 2014

LA VOZ DEL PAPA: LA SEMILLA ES LA PALABRA DE DIOS. II. Los obispos deben velar por la predicación.

II.   LOS OBISPOS DEBEN VELAR POR LA PREDICACIÓN

S.S. Benedicto XV

a)     PARA PREDICAR SE NECESITA UNA LEGÍTIMA MISIÓN EPISCOPAL
“Por lo tanto, todos los que, además de los obispos, se ejercitan en este ministerio, no hay duda que se ejercitan en él desempeñando un oficio episcopal. Esta, pues, sea la primera ley que se establece: que nadie pueda por sí mismo asumir este cargo de predicar, sino que sea necesaria para desempeñarle una legítima misión, la cual no puede darse por ningún otro que el obispo” (Benedicto XV, Humani generis I, 15 de junio de 1917).

b)    PORQUE LA CÁTEDRA SAGRADA NO ES UNA PALESTRA, EN QUE CADA CUAL SE EJERCITA A SU ANTOJO
“Muchos son los oradores sagrados a quienes podemos decir que cuadra bien aquello de que se queja el Señor por Jeremías: No enviaba a los profetas, y ellos corrían (Jer. 23,21). Porque a todo el que, bien sea por índole de su ingenio, bien por otras causas cualquiera, le gusta tomar parte en el ministerio de la palabra, se le da con facilidad entrada a la sagrada cátedra en los templos, como si fuera una palestra, donde se ejercita cada cual a su antojo” (ibid., 4).

c)     POR ESO LOS OBISPOS ESTÁN OBLIGADOS A VIGILAR LA PREDICACIÓN Y A ELEGIR LOS PREDICADORES
“Por consiguiente, a fin de que se destierre tanta perversidad, a vosotros toca, venerables hermanos, tomar precauciones; y puesto que habéis de dar cuenta a Dios y a la Iglesia del pasto suministrado a vuestro rebaño, no permitáis que nadie, sin vuestro mandato, se entrometa en el redil y apaciente a su capricho las ovejas de Cristo. Nadie, pues, en vuestra diócesis ejercite la predicación sagrada si no es llamado y aprobado por vosotros”.
“Y ahora queremos que atendáis con extremada vigilancia a quienes encomendáis ministerio tan santo. En este asunto sólo se permite a los obispos, por decreto del concilio de Trento, que escojan ministros idóneos, es decir, que puedan cumplir saludablemente el oficio de la predicación” (ibid.).

d)    PROBANDO POR LARGO TIEMPO LA CIENCIA Y SANTIDAD DE LOS PREDICADORES
“Así, pues, pertenece al obispo probar mucho y por largo tiempo a los que piensa encomendar el cargo de predicar, a fin de que sepa cuál y cuánta sea su ciencia y la santidad de su vida. Los cuales, si se condujeren en esto con debilidad y negligencia, delinquirán en cosa gravísima, y sobre su cabeza recaerá la culpa, ya de los errores que el ignorante esparza, ya del escándalo y mal ejemplo que dé el predicador perverso” (ibid.).

e)     A FIN DE QUE NO SE BUSQUE LA ELOCUENCIA, SINO EL FRUTO DE LAS ALMAS

“Saludablemente se dice. Notad esta palabra, en la cual se contiene la verdadera norma. No con elocuencia, no con el aplauso de los oyentes, sino con fruto de las almas, al cual se endereza, como fin, la administración de la palabra divina” (ibid.).

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